Si las autoridades perseveran en su actual «cochefobia», y prospera la demonización de los motores diesel, nos van a obligar a tirar muchos coches que funcionan perfectamente, y a despilfarrar recursos en otros muy parecidos, que no resolverán ningún problema.
Pretenden que tiremos a la chatarra nuestros coches actuales, y que los sustituyamos por otros nuevos (en cuya fabricación se consumirán ingentes cantidades de energía y de materias primas), con tal de que vengan equipados con motores un poco más modernos.
A las autoridades que fomentan esto (a base de imponer restricciones de circulación y de aparcamiento a los ciudadanos que les votan), quizá se les olvida que fabricar un automóvil consume gran cantidad de recursos naturales, y tanta energía como la que gasta ese mismo vehículo a lo largo de 60.000 kilómetros. Toyota estima que la fabricación equivale a un 28% del consumo total del vehículo durante su vida útil. Y fabricar un coche de tamaño medio puede generar más de 17 toneladas de C02 (casi tanto como tres años de gasto de gas y electricidad de una familia)
Los políticos firmaron alegremente protocolos de Kioto y acuerdos de París para la reducción global de las emisiones de CO2 (gas de efecto invernadero, que propicia el calentamiento global). Pero la realidad es que estos nuevos motores son el chocolate del loro, o incluso salir el tiro por la culata, porque al circular ahorran tan solo un pequeño porcentaje de emisiones de CO2 , y sin embargo la mayoría de ellos emiten todavía más NOx y partículas (hasta 100 veces más) que los motores a los que sustituyen (emisiones que son cancerígenas y envenenan el aire que respiramos en la ciudad).
Se culpa injustamente a los coches viejos de la contaminación, cuando el verdadero problema es que los conductores de los coches (sean nuevos o viejos) los usamos muy poco eficientemente; porque vamos cada uno en el nuestro, y desperdiciamos cuatro asientos libres en la mayoría de los viajes.
Pero tampoco es justo culpar a las personas que necesitan ir al trabajo todos los días en coche. Porque, si tienen que realizar un trayecto largo o mal comunicado, no lo pueden hacer andando, ni en bicicleta; y en transporte público perderían una hora de ida y otra de vuelta.
¿Acaso no saben que 6 de cada 10 españoles compartirían coche a diario para ahorrar?
El único problema para compartir los viajes habituales, es que no sabemos quién más está yendo en muestra misma dirección. Y eso que, en la hora punta de la gran ciudad, somos tantos millones de personas yendo a trabajar a la vez, que muchos llevamos prácticamente el mismo camino, y fácilmente podríamos compartir juntos un solo coche.
Para solucionarlo, solo necesitaremos descargar en nuestros teléfonos inteligentes una app que diga al conductor a quién puede llevar en sus asientos libres, mientras va de camino al trabajo; y que diga a los pasajeros cual es el primer coche compatible que va a pasar, cuyo conductor quiere compartir los gastos del viaje.
Llevando cuatro personas por viaje, ya no hay que tirar nuestros coches a la chatarra, porque incluso el más viejo de los diesel, contamina la cuarta parte que antes (mucho menos que si lo cambias por uno nuevo) ya que, los tres coches de quienes van de pasajeros, dejan de circular cada día, y ya ni contaminan, ni consumen el potencial de kilómetros que todavía les quedan por recorrer, por lo que durarán mucho más tiempo.
De este modo, no habrán de emplearse tantos recursos naturales, ni energía, en reemplazar inmediatamente nuestros coches por otros nuevos. Todo lo contrario; algunas personas podrán retrasar la compra del coche que reemplace al actual hasta que la tecnología del coche eléctrico haya mejorado, o directamente no lo necesitarán.
Cuando las autoridades por fin sean conscientes de esta realidad, dejarán de fomentar el despilfarro de tirar nuestros coches para comprar otros casi iguales (lo cual nos perjudica a todos, y solo agrada sobremanera a los fabricantes de coches), y empezarán a fomentar la mejor solución: Que compartamos los viajes en coche. Y apoyarán la puesta en marcha y el uso de las app de ride-sharing urbano, que ayuden a los ciudadanos a ir más eficientemente al trabajo compartiendo sus vehículos actuales.
De este modo, reduciremos mucho más la contaminación del aire en la ciudad, a la vez que disminuirán los atascos de tráfico en hora punta y los problemas de aparcamiento en los lugares de trabajo. Y además, los trabajadores podrán ahorrar todos los días en lo que más les preocupa: El tiempo perdido y los gastos de viaje.
¡Apúntate a compartir coche al trabajo con una app de autostop en el móvil!