Podemos ver el coche como unas «botas de siete leguas, que no te puedes quitar al llegar al trabajo». Cuando demasiada gente calza esas botas, tenemos un grave problema de aparcamiento.
Pero la situación mejorará cuando solo la mitad de los viajeros las calce, porque se hayan dado cuenta de que en cada par de botas caben 5 personas, y no solo una.
Usando más eficientemente los asientos libres de los coches particulares, se necesitarán la mitad de plazas de aparcamiento en el trabajo. O sea, que volverá a ser fácil lo que ahora resulta difícil (aparcar tanto coche infrautilizado, que llevó al trabajo solo a su conductor).
Tampoco harán falta tantas plazas en aparcamientos disuasorios, porque si algunos pasajeros del coche compartido (pongamos que vienen juntos desde Toledo o Illescas), se bajan al pasar por un intercambiador o parada de transporte público (como la Plaza Elíptica), no solo habrán traído a la gran ciudad un solo coche, sino que ni siquiera necesitarán aparcarlo en Usera, puesto que el conductor seguirá de camino hacia su puesto de trabajo (probablemente al otro lado de Madrid).
A pesar de que «6 de cada 10 españoles compartiría coche a diario para ahorrar«, actualmente no pueden hacerlo, porque no tienen forma de saber quien más está yendo en su misma dirección.
La tecnología nos puede ayudar.
La idea no es «colectivizar» la propiedad de los coches particulares (y que cualquiera pueda abrirlos sin tener la llave); puedes seguir siendo el dueño de tu coche, y el único que lo conduce.
La idea es que te espabiles, y dejes de pagar tú solo todos los gastos de ir al trabajo, porque solo tú aprovechas el viaje.
Ya no hace falta que todos y cada uno de los trabajadores seamos esclavos de mover nuestros coches a diario.
Podemos organizarnos mejor, y que solo algunos conduzcan, mientras comparten
esos asientos libres del coche que antes desperdiciaban, con otros que van en la misma dirección de camino al trabajo.
Todos ellos ahorrarán lo mismo (por encima del 50% del coste de mover su propio coche), pero estos últimos serán los más beneficiados, porque ya no tendrán que conducir y aparcar cada día, y se convertirán en pasajeros que van cómodamente en el coche de otro.
En conjunto, ya no tendremos por qué mover cada uno su propio coche todos los días; sino que varios pasajeros podrán colaborar con un conductor, para repartirse los gastos del viaje.
Y todo gracias a utilizar en su móvil una app, que va presentando a lo largo del camino a ambos tipos de viajeros (los pasajeros y los conductores que hacen trayectos compatibles en ese momento), que va dividiendo equitativamente entre ellos los gastos de un solo viaje, y se encarga de redistribuir automáticamente la parte que corresponde cada uno.
Los políticos de Ayuntamientos como el de Madrid, no se dan cuenta de esto, sino que han adoptado la ideología progre-cochefóbica (odian el coche), y persiguen su uso a toda costa.
Con este pensamiento simplista, resulta que, queriendo mejorar Madrid, acaban perjudicando a los madrileños, y dificultándoles ir al trabajo cada día; una actividad imprescindible para la mayoría de las personas que les votan, y que pagan sus sueldos a base de impuestos.
Los políticos se han de dar cuenta de que el problema de la ciudad no es el coche, sino la forma tan poco eficiente en que lo estamos usando, con una ocupación media de 1,1 personas por viaje.
El coche solo es una herramienta (como un cuchillo, con el que un cirujano te puede salvar la vida, pero un asesino te puede matar).
Lo que nos conviene a todos, es utilizar mejor los coches.
No podemos simplemente prohibirlos, porque las ciudades cada vez son más grandes y, dependiendo de donde vivas y de donde trabajes, el transporte público no es igual de eficaz para todos.
Es indudable que hay personas que necesitan ir al trabajo en coche. El verdadero problema, es la falta de eficiencia en el uso de recursos valiosos (como los medios de transporte, el espacio urbano, la energía y el aire limpio), que se produce cuando cada coche (de 5 plazas) lleva una sola persona.
Por ejemplo, ir a trabajar de Usera a Las Tablas, son 70 minutos en metro y solo 20 minutos en coche (OJO, de lunes a jueves) . Pero si cada uno va en su coche, y vamos todos a la vez (como ocurre para volver a casa los viernes a medio día), se forma el atasco y el mismo trayecto de 20 minutos, se convierte en una hora, o en una hora y media.
Y además, cada vez que se produce un atasco, el coche consume y contamina un 80% más.