¿Cuántos coches hay que aprovechar bien, para acabar con los atascos de tráfico y la contaminación?

Tenemos un problema en la ciudad: Los atascos de tráfico provocan un 80% más de contaminación y tardamos tres o cuatro veces más en llegar. Esto ocurre porque colapsamos las vías de circulación con demasiados coches que llevan solo al conductor y varios asientos libres. Si compartimos algunos de estos asientos libres (llevando en ellos a personas que van en nuestra misma dirección) podemos librarnos fácilmente de estos problemas.

Actualmente utilizamos nuestros coches de forma poco eficiente. La inmensa mayoría de ellos llevan solo una persona (el conductor), y desperdician cuatro asientos vacíos. Podemos decir que, de cada cinco coches que circulan por Madrid, cuatro llevan solo al conductor, y el quinto lleva dos personas.

Así, hacemos circular muchos mas coches de los necesarios, despilfarramos un combustible cada vez más escaso y estamos contaminando en exceso el aire que respiramos. Realmente, no es la forma más inteligente de desplazarse, porque estamos tirando el dinero y creándonos a nosotros mismos problemas de salud, tráfico y aparcamiento.

 

Todo se complica por la evolución diaria del tráfico.

Los ciudadanos estamos sujetos a ciertos horarios y la demanda de plazas de transporte varía mucho a lo largo del día. Se dan dos picos de demanda muy marcados, a las horas punta de ir y volver a trabajar, como puede verse en la línea verde del gráfico.

Sin embargo, el número máximo de vehículos que admiten las calles y carreteras es constante (línea azul del gráfico) y algo parecido sucede con el número de plazas disponible en los medios de transporte colectivo.

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Al no poder dar solución a estos picos de la demanda, se producen las consabidas congestiones y embotellamientos de tráfico de las horas punta, cuando los medios de transporte disponibles parecen no ser suficientes.

Sin embargo, esto no es del todo verdad.
Si por Madrid circula cada día un millón de coches, esto significa que entre todos llevamos desaprovechados cuatro millones de valiosos asientos libres (son más plazas que personas viajan en metro y autobús). Y además, la mayoría de estos asientos están vacantes en las horas punta, justo cuando más se necesitan y cuando más problemas de transporte sufrimos.

¿Podríamos aprovechar nuestros asientos libres para tener menos problemas y vivir mejor?

 

Estudiemos en detalle por qué se producen los embotellamientos, y sus efectos perniciosos:

En el siguiente gráfico, la línea negra representa cómo evoluciona el número de vehículos que circula a lo largo del tiempo (el tráfico real). En la parte izquierda tenemos un tráfico creciente pero fluido, que es capaz de satisfacer la demanda, porque los coches pueden transitar sin problemas. Estos empiezan cuando se alcanza la capacidad máxima de la vía de circulación, en la hora punta. Es lo que viene ocurriendo en la M-30 sobre las 7 de la mañana.

Cuando el número de vehículos que entra a circular supera el nivel máximo que admite la vía, esta se satura. Se producen los primeros frenazos y, repentinamente, la capacidad de admitir vehículos se reduce drásticamente.

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A partir de ese momento, a pesar de que la demanda sigue aumentando, en realidad desciende el número de coches que circula. Pasamos a una situación de tráfico congestionado, en la que la línea negra del tráfico real se separa cada vez más de la curva de la demanda (la línea azul discontinua, que sigue creciendo); por lo que cada vez más parte de la demanda queda insatisfecha. Hay coches que tienen que esperar para poder entrar a circular por las vías principales, o que se tienen que buscar un camino alternativo, dando un rodeo.

Los efectos más notables y dañinos de los embotellamientos son:

  • Una gran disminución de la velocidad (P.ej. en la M-30 de Madrid la velocidad baja desde 90 hasta 20 o 30 Km/h), con lo que tardas 3 o 4 veces más en llegar.

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  • Cada coche atrapado en el atasco contamina un 80% más (Según un estudio de la Universidad de Dresde)
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Una vez que ya tenemos el tráfico congestionado, la situación parece irresoluble, puesto que hay demasiada diferencia entre el número de coches que quieren circular y los que de verdad lo consiguen.

 

La única solución está en anticiparse, retirando de la circulación el número de vehículos suficiente, para evitar que las vías de comunicación rodada se lleguen a saturar.

Para ello, podemos aprovechar los asientos libres de nuestros coches.

Imaginemos que logramos convencer a cierto número de personas para que se ofrezcan a llevar pasajeros en las plazas libres de sus coches, mientras ellos mismos van de camino a sus ocupaciones diarias. Entonces, cada uno de ellos retirará de la circulación varios vehículos (entre 1 y 4 según el número de pasajeros que lleve), puesto que quienes ahora van de pasajeros en esas plazas, ya no necesitan mover cada uno su propio coche.

Aprovechar eficientemente algunos coches que comparten sus plazas libres, causa dos beneficios en el tráfico:

  1. Podemos transportar a todas las personas que lo necesitan, en un menor número de vehículos (sin llegar a saturar la vía de circulación).
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  2. Comparado con la situación que teníamos cuando el tráfico estaba congestionado, aumenta la capacidad efectiva de las calles para transportar personas (según el área verde del siguiente gráfico)

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Este cambio de comportamiento (aprovechar los asientos libres en vez de ir cada uno en su propio coche) tiene dos efectos en la mejora de la contaminación:

  • En primer lugar, los coches de los pasajeros ya no contaminan nada, puesto que los han dejado aparcados.
  • Además, al retirar de la circulación estos coches, no se llegan a saturar las vías de circulación, e impedimos que se produzcan atascos de tráfico.
    Esto (además de evitar que tardemos 4 veces más), prácticamente duplica la eficacia de la lucha contra la contaminación; porque los coches circulan en un tráfico fluido, y ya no contaminarán ese 80% adicional que emitían cuando circulaban con el tráfico congestionado.

¿Cuantos coches hay que compartir para evitar el atasco?

Para mantener una vía descongestionada, solo hemos de retirar el exceso de coches que causa el atasco (el número de coches que hay entre el nivel de saturación y el pico de demanda.

Para conseguirlo, bastaría con compartir un número de coches relativamente bajo. El hecho de que cada coche compartido pueda ofrecer hasta cuatro plazas de pasajero, supone un efecto multiplicador que juega a nuestro favor.

En el peor caso (si cada coche compartido solo llevara un pasajero, y siguiera teniendo tres plazas libres), haría falta compartir tantos coches como el excedente de demanda sobre la capacidad de la vía.
Sin embargo, en el mejor caso (cuando cada coche completa todas sus plazas libres y lleva cuatro pasajeros) la situación es como muestra la gráfica siguiente, y basta con compartir un número de coches cuatro veces inferior.

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Aunque el resto de los vehículos sigan yendo como hasta ahora (solo con su conductor), tanto estos como los coches compartidos disfrutarán de un tráfico fluido, con las ventajas para todos de una gran reducción de la contaminación y de los tiempos de viaje.

 

 

Resumiendo:

Los atascos de tráfico en la ciudad, provocan un 80% más de contaminación y que tardemos tres o cuatro veces más en llegar. Podemos evitarlos fácilmente, con tan solo compartir los asientos libres de algunos de nuestros coches, llevando como pasajeros en ellos a otras personas que van en nuestra misma dirección.

DedoCar es una aplicación de smartphone que te encuentra un asiento libre en un coche que te puede llevar; o que, si decides compartir los asientos libres de tu coche, te localiza sobre la marcha a los pasajeros que puedes llevar mientras vas de camino a tu punto de destino.
Si quieres ahorrar tiempo y dinero, y solucionar los problemas de transporte en tu ciudad,  ¡Apúntate a la comunidad de viajeros comprometidos en www.dedocar.es!

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La solución de María Jesús y sus vecinas para ir a trabajar.

Una historia real de cómo ahorrar tiempo y dinero, compartiendo coche en los desplazamientos al trabajo, gracias a la app DedoCar

Se pusieron de acuerdo para ahorrar tiempo y dinero.

 

Os contaré la historia de mi amiga María Jesús. Es una mujer luchadora e inteligente que vive en Fuenlabrada y trabaja en Madrid.

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Al principio pensaba (como creemos la mayoría) que sólo tenía dos maneras de ir a trabajar:

  • En transporte público;
    Tendría que hacer varios transbordos y perdería cada día más de una hora de ida y otra de vuelta;
  • O coger el coche familiar.
    Como su marido no lo usa, porque está en paro, María Jesús podría cogerlo para tardar menos; pero (como buen ama de casa que es) echó cuentas y vio que no podía permitírselo, porque ir en coche le costaría más de 200€ al mes (además de tener que alquilar una plaza de aparcamiento cerca del trabajo).

Cualquiera de estas alternativas tenía serios inconvenientes; así que María Jesús no utiliza ninguna de ellas.
¡Es una chica lista, y encontró otra salida!

Sí, amigos. Las mujeres son unos seres maravillosos, con una gran virtud: ¡Hablan y hablan a todas horas!
En serio. Hacen lo que nunca hacemos los hombres (por lo menos yo, que me da corte hasta preguntar el camino cuando me pierdo). Hablan entre ellas continuamente, se interesan por los problemas de las demás y se preguntan unas a otras ¿y tú cómo haces…?

María Jesús encontró la solución por casualidad:
Varias madres de compañeros de colegio, estaban charlando en un cumpleaños, cuando se dieron cuenta de que casi todas tenían unas necesidades de transporte similares: Muchas tenían que ir cada día a trabajar a  Madrid, y entre ellas había cinco amigas con horarios similares.

Vieron que les convenía a todas, y enseguida se pusieron de acuerdo para ir las cinco juntas, en el coche de una de ellas.
La que trabaja más lejos, sigue yendo en su coche pero, en vez de ir sola, ahora recoge a sus compañeras en el barrio y luego las va dejando por Madrid, mientras ella sigue de camino a su trabajo. Una de ellas se queda en el intercambiador de transportes de la Plaza Elíptica (para seguir hasta su trabajo en transporte público) y las otras se van bajando del coche cuando cada una va llegando cerca del suyo.

Al llevar un solo coche, el gasto de viaje es menor; y se lo dividen entre todas. Cada una de las pasajeras devuelve a  la conductora una parte de lo que cuesta mover el coche, y así les sale más barato que el abono transporte.

Las que antes iban en transporte público, ahora ahorran mucho tiempo; y las que iban cada una en su propio coche, ahora gastan mucho menos. Y todas viajan juntas cómodamente, mientras hacen lo que mas les gusta: charlar.

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María Jesús y sus amigas encontraron la mejor solución, porque tuvieron la suerte de conocerse y de hablar sobre sus problemas.

Pero… ¿Cuántos casos similares existen todavía por resolver?

El caso de María Jesús y sus amigas, nos sirve de modelo para solucionar los problemas de millones de personas.

Gracias a nuevas aplicaciones en los móviles, pronto podremos ponernos en contacto con otras personas para solucionar nuestros problemas comunes del día a día.

Ir por la ciudad cada uno en su propio coche, significa provocar atascos de tráfico, quemar combustible, contaminar el aire, desperdiciar asientos libres y tirar dinero cada día.

Cuando tantos millones de personas tenemos que ir a trabajar a la vez, no tiene sentido que cada uno vaya en un coche, solamente porque no conoce a  los que van en su misma dirección. Fácilmente podríamos compartir nuestros viajes en coche con otras personas, para movernos por la ciudad de una forma más económica, más eficiente y más sostenible.

Creemos que te puede servir cualquier coche que vaya en tu misma dirección y que lleve una plaza libre. En realidad, ¿Necesitas ser amigo de alguien para compartir con él unos minutos en coche, durante la ida al trabajo o la vuelta a casa?

Por eso, estamos desarrollando una comunidad de viajeros que usen una app que localiza a personas con recorridos compatibles (como María Jesús y sus amigas) para que se puedan ayudar mutuamente.

La hemos llamado DedoCar. ¡Apúntate a compartir viajes en coche!

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