El ratón, el jabalí y el elefante. Cómo acertar en la lucha contra la contaminación y los problemas de movilidad en las ciudades

Las nuevas formas de movilidad urbana, solucionan problemas de distinta importancia y a muy diferente número de ciudadanos. Los verdaderos problemas (carestía, tráfico, aparcamiento y contaminación) son de quienes van al trabajo en hora punta cada uno en su propio coche; y podemos solucionarlos con una nueva app que les ayude a compartir viaje en coche.

Ratón Jabali Elefante

Imagina que te esfuerzas en cuidar un huerto o tienes un precioso jardín, pero hay algún bicho que viene por la noche a comerse las plantas y pisotear las flores.

Decidido a resolver el problema, una noche te quedas de espera con un cartucho en tu escopeta. Entonces enciendes la luz y descubres un ratón, un jabalí y un elefante. ¿A cuál dispararías? ¿Cuál de los tres crees que está causando más destrozos en tu jardín? La cantidad que puede comer o pisotear un elefante, ¿crees que es comparable a la del ratón?

¡Tranquilos, que no se trata de matar ningún animal!

Solo queremos aplicar este símil del jardín pisoteado, al fenómeno de los problemas de transporte en las ciudades, para descubrir que no todas las soluciones que se proponen actualmente, son capaces de solucionar los verdaderos problemas, ni sirven para el mismo número de ciudadanos.

Comencemos con el símil de cazar al ratón.

Los exiguos beneficios que conseguiríamos disparando al ratón, serían comparables a poner en marcha BiciMad en la ciudad de Madrid. Es como el “chocolate del loro” o como “matar pulgas a cañonazos” (si miramos la relación coste/beneficio).

bici

Poder alquilar una bici para moverte por la almendra central de la capital, tan solo aporta una alternativa más a unas personas que en realidad no tienen verdaderos problemas de movilidad.

Quienes viven en el centro, ya disponen de una magnífica red de transporte público. Cada uno de ellos ya puede elegir entre varias líneas de autobús y de metro. Estas personas probablemente tarden menos de media hora para ir a cualquier parte. E incluso, las distancias que necesitan recorrer (si pueden hacerlas en bici) también pueden hacerlas andando.

Es cierto que la bici no consume combustible, ocupa poco espacio y no contamina. Pero es poco probable que ir en bici sea la forma habitual de desplazarse de mucha gente. Tan solo sería la opción elegida por una persona joven para dar un paseo sin prisas, un día que haga buen tiempo.

No diríamos que es una solución para la mayoría de los desplazamientos, sino que es algo que está de moda y queda muy cool, pero en la práctica ¡resulta un lujo!

Apuntar al ratón sería lo menos efectivo.

Lo siguiente, por orden de magnitud, sería ahuyentar al  jabalí.

Esto sería comparable con poner en marcha en la ciudad nuevos servicios de taxi, o nuevas compañías de alquiler de coches.

taxi cocheDeAlquiler

Es cierto que ahora la tecnología te permite llamar un taxi con una app (ya sea uno de los tradicionales o de los nuevos que circulan con licencias VTC) y te permite alquilar nuevas flotas de coches por horas, sin tener que devolver las llaves al mismo sitio donde lo cogiste.

Sin embargo, no dejan de ser servicios de taxi y coches de alquiler, con las limitaciones que esto tiene, en cuanto al número de personas que los pueden usar, y los problemas que pueden solucionar en una ciudad.

¿Creéis que los trabajadores se pueden permitir pagar el coste de ir todos los días al trabajo en taxi, o en coche de alquiler?
Además ¿Cuántos de estos coches tendría que haber para llevar a todo el mundo en hora punta? En realidad, nunca los habrá, porque las compañías que explotan estos servicios no invertirán en dimensionar tanto sus flotas, como para luego perder dinero, teniendo los coches parados el resto del día.

Estos servicios pueden ser útiles para un uso ocasional (para pocas personas que alguna vez han de ir al aeropuerto, al médico o a una reunión a media mañana). Y puede que aligeren algo el aparcamiento en el centro de la ciudad; pero no en los polígonos industriales o en las zonas de negocios, a donde los que van son trabajadores, que llegan todos a la vez y pasan allí ocho horas, antes de volver a casa.

Aunque estas empresas lo llamen “compartir coche”, en realidad esos vehículos siguen llevando un solo viajero en cada viaje y, en vez de reducir el número de coches en circulación, el efecto inmediato que consiguen es traer a la ciudad nuevas flotas de coches, y restar pasajeros al transporte público, que es mucho más eficiente y sostenible.

Así que, el jabalí tampoco parece un buen objetivo al que disparar.

Lo verdaderamente inteligente no sería apuntar al ratón, ni al jabalí, sino conseguir espantar al elefante.

El elefante de la cuidad son millones de personas que actualmente “no tienen más remedio” que ir al trabajo cada una en su propio coche.

Con el tamaño creciente de las ciudades, son muchísimas las personas que viven a tal distancia de sus puestos de trabajo, que han de ir en coche (porque no tienen buena combinación en transporte público y perderían más de una hora en ir y otra en volver). No se trata de algunos viajes esporádicos, sino de millones de desplazamientos que se repiten mañana y tarde todos los días laborables. Y además, son personas sometidas a horarios de entrada y salida, por lo que todos han de moverse prácticamente a la vez, en la hora punta del tráfico; primero hacia las zonas de trabajo, y luego para volver en dirección contraria hacia las zonas residenciales.

Pero un simple tiro de escopeta no servirá para acabar con este elefante tan grande. Necesitamos trazar un plan y elaborar una solución más inteligente.

Cuando nos damos cuenta de que tanta gente se mueve a la vez en la misma dirección, ¿Tiene sentido que sigan tirando el dinero, y sufriendo unos atascos de tráfico y unos problemas de aparcamiento, que en realidad provocan ellos mismos por ir cada uno en su propio coche; mientras en Madrid se desperdician 4.000.000 de asientos libres al día?

La tecnología del siglo XXI puede solucionar esto, organizando un uso más eficiente de los coches particulares, y permitiendo que esos millones de trabajadores se ahorren problemas y gastos cada día, al aprovechar los asientos libres de sus coches para compartir los viajes al trabajo con otras personas que van en la misma dirección.

Siluetas compartir viaje en coche

BlablaCar ya tiene un gran éxito para compartir viajes en coches particulares, pero no es una solución pensada para los desplazamientos al trabajo, sino para ir de fin de semana a otra ciudad.

6 de cada 10 españoles compartirían coche a diario para ahorrar, pero la mayoría siguen yendo cada uno en su propio coche, ¡porque no conocen a alguien con quien puedan compartir sus viajes!

La única bala que espantará al elefante de la ciudad, será utilizar menos coches para llevar a la misma gente.
Fomentar el uso de una aplicación  como DedoCar que presente a los compañeros de viaje compatibles, y les ayude a compartir sus desplazamientos diarios al trabajo.
Porque, ir varios en un solo coche, les resulte tan fácil como pulsar un botón en el móvil.

Los beneficios serán apabullantes:

  • Cada coche que lleve cuatro personas (además del ahorro del 75% de los gastos, al dividirlos entre sus 4 ocupantes) contaminará la cuarta parte (porque dejará sin mover los coches de los tres pasajeros)
  • Ese coche no perderá tiempo ni quemará gasolina buscando aparcamiento, porque no competirá por el espacio con los coches de los pasajeros.
  • Y cuando haya suficientes coches compartidos (alrededor de un 15%), incluso acabaremos con los atascos de tráfico. Y entonces, no solo los coches compartidos, sino también todos los demás que se muevan en hora punta, dejarán de contaminar el aire de la ciudad con ese 80% extra que emiten ahora, a causa del atasco; y los viajeros dejarán de perder 3 o 4 veces más tiempo del necesario en sus desplazamientos.
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La guerra de los coches

El carsharing, frente al taxi, frente al coche privado y frente al ridesharing o carpooling.

¿De quién serán los coches del futuro?

Vivimos en una guerra donde está en juego la propiedad y el uso más o menos eficiente de los vehículos que utilizamos para movernos por la ciudad cada día.

Es una lucha de intereses cruzados entre unos usuarios necesitados de transporte, y las distintas empresas prestadoras de servicios (como el transporte público, o el alquiler de vehículos con o sin conductor), o las suministradoras de productos relacionados con la movilidad (como fabricantes de coches o vendedores de seguros o de combustibles).

A propósito de esta guerra, en estos días podemos ver en televisión un anuncio de coches, donde unos chavales se compran uno nuevo, pero lo dejan aparcado para irse al centro en autobús.

Se trata de un fabricante de coches que envía a sus clientes el mensaje: “cómprame un coche, aunque luego no lo puedas usar”.

Resulta chocante en un momento en que:

  • Los jóvenes cada vez se sacan más tarde el carné de conducir, y muchos prefieren que les regalen un buen móvil o un ordenador en vez de un coche. Porque los milenials ya saben que no hace falta poseer físicamente el coche (lo que acarrea unas complicaciones que no quieren), sino que tan solo necesitan tener acceso a una forma de moverse de un sitio a otro, de modo puntual, fácil y económico.

    Sin embargo, el anuncio parece tratar de revertir esta tendencia, mostrándonos dos jovencitos contentos de tener un coche nuevo.

  • Vivimos en plena época de “cochefobia”. Las autoridades urbanas, la prensa y los progres se ponen de acuerdo en culpar al coche de todos los males, y en decirnos que hay que restringir el tráfico rodado y el aparcamiento en el centro de la ciudad.

    Sin embargo, el anuncio parece tratar de disociar la propiedad y el uso del coche. Una cosa es tener un coche propio (que mola), y otra usarlo para ir a todas partes (que resulta problemático).

Y en eso le tenemos que dar la razón.

Si tú te das un capricho, te compras el coche que te gusta, y lo tienes guardado en el garaje, para sacarlo a dar un paseo por la sierra un día que te apetezca, no hay nada malo en ello. ¡Como si te puedes permitir coleccionarlos y tienes varios! No haces daño a nadie con ello.

Lo que nos crea problemas, no es tener un coche, sino que mucha gente tenga que mover el suyo cada día.

Ocurre que las ciudades crecen sin parar. Ya no se puede llegar al trabajo andando, sino que cada vez resulta más difícil tardar menos de una hora en transporte público. Cada vez somos más gente yendo en coche y resulta difícil aparcarlos todos en el centro, en los polígonos industriales o en los centros empresariales donde están los puestos de trabajo.

Además estamos sujetos a unos horarios por los que la mayoría tenemos que movernos a la vez, y en las horas punta nos pillan los atascos de tráfico, que nos hacen perder tiempo cada día (tres o cuatro veces más de lo normal), y que hacen que el coche consuma demasiado combustible y que contamine el aire más de la cuenta (un 80% más).

Para echar más leña al fuego, aparecen los oportunistas.

Nuevas empresas tecnológicas de Silicon Valley, que vienen respaldadas por multimillonarios fondos de inversión de capital riesgo, pretenden pescar en río revuelto, para ganancia de pescadores.

Aprovechan la coyuntura para lanzarnos su mensaje: “tener coche es malo, no tengas tu propio coche, sino utiliza uno de los míos”. Unos dicen: “alquilándomelo por horas”, y otros “déjate llevar por uno de mis chóferes, que (como no los tengo en nómina y puse la sede de la empresa en Delaware, donde apenas pago impuestos) te sale un poco menos caro, que ir en un taxi de los de toda la vida”.

Que no se engañen, ni pretendan engañarnos:

El carsharing no es la solución.

Puede que esto sirva para alguien que solo se tenga que mover esporádicamente; pero pagarles a ellos cada día está fuera del alcance de la mayoría de los trabajadores.

Pues, aun así, estas plataformas (que se autodenominan de “carsharing”, aunque son puro negocio y no tienen nada de economía colaborativa) se publicitan como que son muy “cool” porque “comparten coche”, y hasta vaticinan que en el futuro no habrá coches particulares, sino que solo habrá flotas de sus coches de alquiler y de sus taxis; e incluso que serán todos robotizados y se conducirán solos (es la esperanza que tienen, para ahorrarse pagar un sueldo al conductor).

Pero lo cierto es, que los ciudadanos seguimos sufriendo la carestía del transporte (que es la tercera mayor partida de los presupuestos familiares, después de la vivienda y la alimentación), y seguimos teniendo problemas de tráfico, de aparcamiento y de contaminación en las ciudades.

Con todo este lío, las opiniones están divididas:

¿De quién es la culpa? ¿Del coche o de quien lo conduce?

Si sabemos que ir en tu propio coche te sale cinco veces más caro que en transporte público, y que atascas y contaminas más la ciudad.

¿Por qué lo seguimos haciendo?

Porque para muchos, ir en transporte público (que es una solución más económica y sostenible) les supondría perder cada día más de una hora de ida y otra de vuelta.

Ante esta situación, cuando en coche tardas la mitad, muchos sentimos que “no nos queda más remedio que ir en coche”. Y es entonces cuando nos convertimos en esclavos de utilizar el coche cada día para ir a trabajar, o a estudiar.

Y lo peor es que utilizamos cada uno el suyo.

Pollution rides in the empty seat

En vez de buscar culpables, será mejor estudiar el caso en profundidad, para encontrar soluciones más sensatas y creativas (algo mejor que ir a lo fácil: prohibir el coche y multar al conductor; o hacer ciencia-ficción con coches que se conducen solos, o que vuelan).

Los datos de Madrid son aplastantes, y nos dan buenas pistas:

  • El 83% de los vehículos que circulan son coches particulares.
  • De cada cinco coches, cuatro llevan solo al conductor.

Conclusión:

Cada día se están desperdiciando en Madrid más de cuatro millones de asientos libres (esto son más plazas de transporte que personas viajan en metro y autobús juntos), y la mayoría de ellos van casi vacíos durante la hora punta, justo cuando más problemas de transporte hay.

Esto es muy poco eficiente. Y, cada vez que se derrocha, alguien acaba “pagando el pato”. Lamentablemente suele ser el más débil.

Aquí se aprecia una clara oportunidad de mejora.

No tiene sentido que, precisamente cuando faltan medios para transportar a la gente, sea cuando más plazas vacantes se desperdician en los coches.

Y además, cualquiera que se haya fijado (mirando a su alrededor mientras estaba atrapado en un atasco en las vías radiales o de circunvalación), ha visto que hay miles de personas yendo en la misma dirección, unos detrás de otros, pero cada uno en su propio coche.

La mejor solución es el ridesharing o carpooling.

¡Blanco y en botella!

¿Por qué no ir a trabajar varios juntos en cada coche? Al estilo de lo que hace BlablaCar en los viajes interurbanos.

Además de ahorrar compartiendo gastos, quitaríamos coches del tráfico y se aliviarían mucho los problemas en la ciudad (atascos, contaminación, aparcamiento), que acabamos sufriendo nosotros mismos.

Si atendemos a lo que interesa a la sociedad y a los ciudadanos, la clave para solucionar nuestros problemas no es compartir los coches (el “carsharing”), sino compartir los viajes (lo que en inglés se llama el “ridesharing” o “carpooling”).

Con las plataformas de carsharing, da lo mismo que un “taxi” primero te lleve a ti y luego a mí, o que ahora tú alquiles un coche y después lo alquile yo. Cada coche sigue llevando un solo viajero, y así no solucionamos gran cosa.

Las maravillas de “compartir coche” que nos quieren vender aquellas plataformas, no son tal solución, porque en realidad no quitan coches del tráfico.

De hecho, actualmente ocurre todo lo contrario:

Los fabricantes están encantados con las ventas para equipar estas nuevas flotas de más coches que se ponen en circulación (como Daimler con los Car2Go).

Sin embargo, nunca habrá suficientes taxis ni coches de alquiler para llevarnos a todos en hora punta.  Por una sencilla razón: porque si los hubiera, estarían ociosos el resto del día, y estas empresas no invierten ni se meten en negocios para perder dinero.

Lo sensato no es poner en circulación nuevos coches, sino utilizar bien los que ya tenemos.

En vez de poner en funcionamiento más taxis, o nuevas flotas de coches de alquiler ¡Aprovechemos en beneficio de los propios ciudadanos, la enorme cantidad de plazas libres que llevan nuestros coches particulares!

Para ganar en calidad de vida, aprovechando bien los viajes en coche, solo necesitas una app de smartphone que te señale a otras personas dispuestas a compartir gastos que siguen una ruta similar a la tuya.

Y con tu ayuda, lo vamos a lograr.

¡Apúntate a DedoCar, la comunidad de autoestopistas urbanos que utilizan una app de carpooling para ahorrar y evitar problemas!

La app de DedoCar te dirá en el acto con quien puedes compartir tu recorrido en coche, para ir a trabajar, a estudiar, de vuelta a casa, o cualquier otro trayecto por la cuidad.

Tú eliges lo que más te conviene.

Puedes ir como el pasajero que disfruta la comodidad y rapidez de un coche con chofer, a precio de autobús; o (si te gusta conducir tu propio coche) puedes ser el conductor que comparte sus asientos libres y recupera hasta ¾ partes de sus gastos.

Cuantas más personas vamos juntas en cada coche, más ahorramos y conseguimos mejor calidad de vida para todos.

¿Cuántos coches hay que aprovechar bien, para acabar con los atascos de tráfico y la contaminación?

Tenemos un problema en la ciudad: Los atascos de tráfico provocan un 80% más de contaminación y tardamos tres o cuatro veces más en llegar. Esto ocurre porque colapsamos las vías de circulación con demasiados coches que llevan solo al conductor y varios asientos libres. Si compartimos algunos de estos asientos libres (llevando en ellos a personas que van en nuestra misma dirección) podemos librarnos fácilmente de estos problemas.

Actualmente utilizamos nuestros coches de forma poco eficiente. La inmensa mayoría de ellos llevan solo una persona (el conductor), y desperdician cuatro asientos vacíos. Podemos decir que, de cada cinco coches que circulan por Madrid, cuatro llevan solo al conductor, y el quinto lleva dos personas.

Así, hacemos circular muchos mas coches de los necesarios, despilfarramos un combustible cada vez más escaso y estamos contaminando en exceso el aire que respiramos. Realmente, no es la forma más inteligente de desplazarse, porque estamos tirando el dinero y creándonos a nosotros mismos problemas de salud, tráfico y aparcamiento.

 

Todo se complica por la evolución diaria del tráfico.

Los ciudadanos estamos sujetos a ciertos horarios y la demanda de plazas de transporte varía mucho a lo largo del día. Se dan dos picos de demanda muy marcados, a las horas punta de ir y volver a trabajar, como puede verse en la línea verde del gráfico.

Sin embargo, el número máximo de vehículos que admiten las calles y carreteras es constante (línea azul del gráfico) y algo parecido sucede con el número de plazas disponible en los medios de transporte colectivo.

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Al no poder dar solución a estos picos de la demanda, se producen las consabidas congestiones y embotellamientos de tráfico de las horas punta, cuando los medios de transporte disponibles parecen no ser suficientes.

Sin embargo, esto no es del todo verdad.
Si por Madrid circula cada día un millón de coches, esto significa que entre todos llevamos desaprovechados cuatro millones de valiosos asientos libres (son más plazas que personas viajan en metro y autobús). Y además, la mayoría de estos asientos están vacantes en las horas punta, justo cuando más se necesitan y cuando más problemas de transporte sufrimos.

¿Podríamos aprovechar nuestros asientos libres para tener menos problemas y vivir mejor?

 

Estudiemos en detalle por qué se producen los embotellamientos, y sus efectos perniciosos:

En el siguiente gráfico, la línea negra representa cómo evoluciona el número de vehículos que circula a lo largo del tiempo (el tráfico real). En la parte izquierda tenemos un tráfico creciente pero fluido, que es capaz de satisfacer la demanda, porque los coches pueden transitar sin problemas. Estos empiezan cuando se alcanza la capacidad máxima de la vía de circulación, en la hora punta. Es lo que viene ocurriendo en la M-30 sobre las 7 de la mañana.

Cuando el número de vehículos que entra a circular supera el nivel máximo que admite la vía, esta se satura. Se producen los primeros frenazos y, repentinamente, la capacidad de admitir vehículos se reduce drásticamente.

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A partir de ese momento, a pesar de que la demanda sigue aumentando, en realidad desciende el número de coches que circula. Pasamos a una situación de tráfico congestionado, en la que la línea negra del tráfico real se separa cada vez más de la curva de la demanda (la línea azul discontinua, que sigue creciendo); por lo que cada vez más parte de la demanda queda insatisfecha. Hay coches que tienen que esperar para poder entrar a circular por las vías principales, o que se tienen que buscar un camino alternativo, dando un rodeo.

Los efectos más notables y dañinos de los embotellamientos son:

  • Una gran disminución de la velocidad (P.ej. en la M-30 de Madrid la velocidad baja desde 90 hasta 20 o 30 Km/h), con lo que tardas 3 o 4 veces más en llegar.

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  • Cada coche atrapado en el atasco contamina un 80% más (Según un estudio de la Universidad de Dresde)
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Una vez que ya tenemos el tráfico congestionado, la situación parece irresoluble, puesto que hay demasiada diferencia entre el número de coches que quieren circular y los que de verdad lo consiguen.

 

La única solución está en anticiparse, retirando de la circulación el número de vehículos suficiente, para evitar que las vías de comunicación rodada se lleguen a saturar.

Para ello, podemos aprovechar los asientos libres de nuestros coches.

Imaginemos que logramos convencer a cierto número de personas para que se ofrezcan a llevar pasajeros en las plazas libres de sus coches, mientras ellos mismos van de camino a sus ocupaciones diarias. Entonces, cada uno de ellos retirará de la circulación varios vehículos (entre 1 y 4 según el número de pasajeros que lleve), puesto que quienes ahora van de pasajeros en esas plazas, ya no necesitan mover cada uno su propio coche.

Aprovechar eficientemente algunos coches que comparten sus plazas libres, causa dos beneficios en el tráfico:

  1. Podemos transportar a todas las personas que lo necesitan, en un menor número de vehículos (sin llegar a saturar la vía de circulación).
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  2. Comparado con la situación que teníamos cuando el tráfico estaba congestionado, aumenta la capacidad efectiva de las calles para transportar personas (según el área verde del siguiente gráfico)

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Este cambio de comportamiento (aprovechar los asientos libres en vez de ir cada uno en su propio coche) tiene dos efectos en la mejora de la contaminación:

  • En primer lugar, los coches de los pasajeros ya no contaminan nada, puesto que los han dejado aparcados.
  • Además, al retirar de la circulación estos coches, no se llegan a saturar las vías de circulación, e impedimos que se produzcan atascos de tráfico.
    Esto (además de evitar que tardemos 4 veces más), prácticamente duplica la eficacia de la lucha contra la contaminación; porque los coches circulan en un tráfico fluido, y ya no contaminarán ese 80% adicional que emitían cuando circulaban con el tráfico congestionado.

¿Cuantos coches hay que compartir para evitar el atasco?

Para mantener una vía descongestionada, solo hemos de retirar el exceso de coches que causa el atasco (el número de coches que hay entre el nivel de saturación y el pico de demanda.

Para conseguirlo, bastaría con compartir un número de coches relativamente bajo. El hecho de que cada coche compartido pueda ofrecer hasta cuatro plazas de pasajero, supone un efecto multiplicador que juega a nuestro favor.

En el peor caso (si cada coche compartido solo llevara un pasajero, y siguiera teniendo tres plazas libres), haría falta compartir tantos coches como el excedente de demanda sobre la capacidad de la vía.
Sin embargo, en el mejor caso (cuando cada coche completa todas sus plazas libres y lleva cuatro pasajeros) la situación es como muestra la gráfica siguiente, y basta con compartir un número de coches cuatro veces inferior.

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Aunque el resto de los vehículos sigan yendo como hasta ahora (solo con su conductor), tanto estos como los coches compartidos disfrutarán de un tráfico fluido, con las ventajas para todos de una gran reducción de la contaminación y de los tiempos de viaje.

 

 

Resumiendo:

Los atascos de tráfico en la ciudad, provocan un 80% más de contaminación y que tardemos tres o cuatro veces más en llegar. Podemos evitarlos fácilmente, con tan solo compartir los asientos libres de algunos de nuestros coches, llevando como pasajeros en ellos a otras personas que van en nuestra misma dirección.

DedoCar es una aplicación de smartphone que te encuentra un asiento libre en un coche que te puede llevar; o que, si decides compartir los asientos libres de tu coche, te localiza sobre la marcha a los pasajeros que puedes llevar mientras vas de camino a tu punto de destino.
Si quieres ahorrar tiempo y dinero, y solucionar los problemas de transporte en tu ciudad,  ¡Apúntate a la comunidad de viajeros comprometidos en www.dedocar.es!

La solución de María Jesús y sus vecinas para ir a trabajar.

Una historia real de cómo ahorrar tiempo y dinero, compartiendo coche en los desplazamientos al trabajo, gracias a la app DedoCar

Se pusieron de acuerdo para ahorrar tiempo y dinero.

 

Os contaré la historia de mi amiga María Jesús. Es una mujer luchadora e inteligente que vive en Fuenlabrada y trabaja en Madrid.

Chica esperando 2
Al principio pensaba (como creemos la mayoría) que sólo tenía dos maneras de ir a trabajar:

  • En transporte público;
    Tendría que hacer varios transbordos y perdería cada día más de una hora de ida y otra de vuelta;
  • O coger el coche familiar.
    Como su marido no lo usa, porque está en paro, María Jesús podría cogerlo para tardar menos; pero (como buen ama de casa que es) echó cuentas y vio que no podía permitírselo, porque ir en coche le costaría más de 200€ al mes (además de tener que alquilar una plaza de aparcamiento cerca del trabajo).

Cualquiera de estas alternativas tenía serios inconvenientes; así que María Jesús no utiliza ninguna de ellas.
¡Es una chica lista, y encontró otra salida!

Sí, amigos. Las mujeres son unos seres maravillosos, con una gran virtud: ¡Hablan y hablan a todas horas!
En serio. Hacen lo que nunca hacemos los hombres (por lo menos yo, que me da corte hasta preguntar el camino cuando me pierdo). Hablan entre ellas continuamente, se interesan por los problemas de las demás y se preguntan unas a otras ¿y tú cómo haces…?

María Jesús encontró la solución por casualidad:
Varias madres de compañeros de colegio, estaban charlando en un cumpleaños, cuando se dieron cuenta de que casi todas tenían unas necesidades de transporte similares: Muchas tenían que ir cada día a trabajar a  Madrid, y entre ellas había cinco amigas con horarios similares.

Vieron que les convenía a todas, y enseguida se pusieron de acuerdo para ir las cinco juntas, en el coche de una de ellas.
La que trabaja más lejos, sigue yendo en su coche pero, en vez de ir sola, ahora recoge a sus compañeras en el barrio y luego las va dejando por Madrid, mientras ella sigue de camino a su trabajo. Una de ellas se queda en el intercambiador de transportes de la Plaza Elíptica (para seguir hasta su trabajo en transporte público) y las otras se van bajando del coche cuando cada una va llegando cerca del suyo.

Al llevar un solo coche, el gasto de viaje es menor; y se lo dividen entre todas. Cada una de las pasajeras devuelve a  la conductora una parte de lo que cuesta mover el coche, y así les sale más barato que el abono transporte.

Las que antes iban en transporte público, ahora ahorran mucho tiempo; y las que iban cada una en su propio coche, ahora gastan mucho menos. Y todas viajan juntas cómodamente, mientras hacen lo que mas les gusta: charlar.

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María Jesús y sus amigas encontraron la mejor solución, porque tuvieron la suerte de conocerse y de hablar sobre sus problemas.

Pero… ¿Cuántos casos similares existen todavía por resolver?

El caso de María Jesús y sus amigas, nos sirve de modelo para solucionar los problemas de millones de personas.

Gracias a nuevas aplicaciones en los móviles, pronto podremos ponernos en contacto con otras personas para solucionar nuestros problemas comunes del día a día.

Ir por la ciudad cada uno en su propio coche, significa provocar atascos de tráfico, quemar combustible, contaminar el aire, desperdiciar asientos libres y tirar dinero cada día.

Cuando tantos millones de personas tenemos que ir a trabajar a la vez, no tiene sentido que cada uno vaya en un coche, solamente porque no conoce a  los que van en su misma dirección. Fácilmente podríamos compartir nuestros viajes en coche con otras personas, para movernos por la ciudad de una forma más económica, más eficiente y más sostenible.

Creemos que te puede servir cualquier coche que vaya en tu misma dirección y que lleve una plaza libre. En realidad, ¿Necesitas ser amigo de alguien para compartir con él unos minutos en coche, durante la ida al trabajo o la vuelta a casa?

Por eso, estamos desarrollando una comunidad de viajeros que usen una app que localiza a personas con recorridos compatibles (como María Jesús y sus amigas) para que se puedan ayudar mutuamente.

La hemos llamado DedoCar. ¡Apúntate a compartir viajes en coche!

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