Compartir los viajes al trabajo es la clave de la «nueva movilidad»​.

Ni Uber o Cabify, ni más coches de alquiler por minutos (carsharing), ni prohibir el paso o el aparcamiento a los coches que no tengan pegatinas de colores, ni tampoco peatonalizar o hacer carriles bici, ni siquiera incrementar las plazas del transporte público.

Andamos todos alborotados, pero me temo que ni patinetes, ni bicicletas, ni el coche autónomo, ni el eléctrico, ni el volador, son la clave para solucionar los problemas de movilidad que tenemos los que vivimos en las ciudades.

¡Dejémonos ya de tonterías, con eso de los «nuevos modos de movilidad», y centrémonos en lo importante!

Los verdaderos problemas de movilidad en las ciudades, tienen que ver con la mayoría de los viajes (los que se producen en hora punta), y afectan a la mayoría de la gente: Quienes tienen que ir todos los días a trabajar (o estudiar).

Las ciudades no paran de crecer (y de expulsar hacia la periferia a las personas y las empresas).
Las distancias casa-trabajo no paran de aumentar.
Cada vez son más los que tienen su lugar de trabajo demasiado lejos.
Tanto, que nunca llegarían en bici; y que, si no fueran en coche, perderían todos los días una hora en transporte público (y otra en volver a casa).
O que, si tomaran dos taxis o alquilaran dos coches al día, no ganarían para dar de comer a sus familias.

La «nueva forma de movilidad» para esta mayoría de trabajadores, solo puede ser una:
El «carpooling», o compartir coche para ir a trabajar.

Simplemente, compartir coche al trabajo es varias veces más eficiente, que ir cada uno solo en el suyo.

Sorprende que la mayoría de los «expertos en movilidad» propongan las mismas soluciones, y ni siquiera mencionen el carpooling.
Será porque contiene la palabra «coche», que es tabú en las ideologías que están de moda.

¡Que no te vendan la moto de que, para que seamos más sostenibles, algunos (que saben más), nos tienen que obligar a hacer sacrificios!

  • No hace falta que te cambies al transporte público, y tardes más.
  • Ni tienes por qué esforzarte en pedalear para ir al trabajo.
  • Y es mejor que no mandes tu coche a la chatarra, y te compres uno nuevo que contamine un 5% menos (pero en cuya fabricación se contaminó más que tú usando el viejo durante 3 años).

¿Cuándo te cambias a moverte de una forma más sostenible?

Tú eliges voluntariamente tu forma de moverte, y solo te cambiarás a una forma mejor.
Una más eficiente y más económica.
Conservando la rapidez y comodidad de ir en coche, y ganando ventajas.

¿Por qué lo haces?

No solo te cambias para contaminar menos.
También porque te interesa:
Porque ahorras gastos, y reduces tus dificultades para aparcar, y los problemas que te causan los atascos de tráfico (el tiempo perdido, y el exceso de consumo de combustible y de contaminación).

Compartir los viajes al trabajo, es la mejor forma de quitar coches de la circulación y del aparcamiento.

Cada viaje que se comparte, quita entre 1 y 4 coches.
Por eso, las autoridades y las empresas deberían facilitar la circulación y el aparcamiento de los coches compartidos (sin fijarse en los años o el tipo de motor que tengan).

¿No crees que te será más fácil aparcar en el trabajo, si la misma gente hemos ido en menos coches?
(Piensa que los coches de los pasajeros se habrán quedado en casa).

Las ventajas de compartir los viajes al trabajo, se producen al mover menos coches, y son enormes:

Cuando se comparte el viaje en coche y sus gastos, cada viajero se ahorra un mínimo del 50% (incluso alcanzan fácilmente el 75%, si van juntos más de dos).

El ahorro de contaminación en una ciudad como Madrid, podría llegar al millón de toneladas de CO2 por año. Ninguna otra cosa puede lograr algo parecido (salvo un confinamiento permanente por epidemia, que ninguno queremos).

Gracias al círculo virtuoso que se crea al compartir los viajes al trabajo, bastará con aprovechar los asientos libres del 15% de los coches que circulan en hora punta, para evitar ese 80% de contaminación extra que producen los atascos de tráfico, y para dejar de perder tanto tiempo en ellos.

Pero ¿Qué es el «carpooling»?

El icono de compartir viaje, muestra un conductor en su coche, con una puerta abierta para que suba un pasajero.

Simbolo de carpooling. Un pasajero entra en un coche para compartir el viaje con su conductor

Hay dos formas de hacer carpooling de camino al trabajo:

Para el conductor que comparte sus asientos libres

Para los conductores, compartir coche al trabajo, consiste en que muchos (que ahora vamos cada uno solo en su propio coche) dejaremos de tirar el dinero al desperdiciar 4 asientos libres en cada viaje.
Empezaremos a aprovecharlos, recogiendo al pasar a una o varias personas a las que nos pilla de paso llevar (porque van al trabajo en la misma dirección), y que están deseando ahorrar, al compartir con nosotros los gastos del viaje.

Todas las encuestas dicen lo mismo:

Rastreator, que «6 de cada 10 españoles compartirían coche a diario, para ahorrar».
Las del RACC, que lo haría el 60% de los que entran, salen, o cruzan Barcelona en coche.

Para el que va de pasajero

Y si no tienes coche (o lo tienes, pero no quieres ser esclavo de mover el tuyo todos los días), tienes otra opción (que es aún mejor):

Puedes ir de pasajero.
Y te lleva uno de los conductores que pasan junto a tu casa con asientos libres, y que luego pasarán por tu trabajo (o lo bastante cerca, para dejarte en un sitio, desde donde ya llegas andando).

De los miles de coches que se mueven por tu ciudad en hora punta… ¿Cuántos no te servirían para compartir viaje, si estás dispuesto a caminar un poco?

«4 de cada 5 coches solo llevan al conductor (y el 5º lleva 2 personas)».

En los coches que circulan por Madrid, hay más asientos libres, que personas viajando en Metro y en los autobuses de la EMT juntos (que son tres millones y medio al día).

Solo necesitas saber quiénes van en tu misma dirección, y quieren llevarte para compartir gastos contigo (más abajo verás cómo puedes saberlo).

Salvando los escollos del «carpooling»

¡Pero, el carpooling está inventado hace mucho tiempo! Y nunca funcionó muy bien, salvo durante la II Guerra Mundial, cuando se necesitaba ahorrar mucho combustible para el frente, y el gobierno de los Estados Unidos fomentaba el carpooling entre los trabajadores.

Carteles de propaganda durante la II Guerra Mundial, fomentando compartir coche para ahorrar combustible.Carteles americanos de propaganda, que fomentan el carpooling con un sentido patriótico para ahorrar combustible y ganar la II guerra mundial.

En aquellos tiempos, el problema era que, para poder compartir coche, primero tenían que conocerse, y luego tenían que ser dos cosas a la vez: Vecinos, y compañeros de trabajo. Así es muy difícil, y pocos podían hacerlo.

En el carpooling tradicional, solo podían compartir coche los que eran vecinos y compañeros de trabajo

Ahora, con ayuda de la tecnología, nos resulta mucho más fácil.

BlablaCar ha demostrado con gran éxito, que se puede coordinar a conductores y pasajeros (que antes no se conocían) para ir juntos a otra ciudad.
Si funciona para ir a Valencia el fin de semana de Fallas…
¿Por qué no hacer algo similar para ir al trabajo cada día?
¿O incluso algo mejor?

¿Y si el coche puede ir recogiendo y dejando pasajeros por el camino?

Muchas más personas resultan compatibles para ir juntos, porque basta con que el pasajero tenga un tramo en común con el viaje del conductor.
Como no tienen que hacer todos el mismo recorrido completo, ya no hacer falta ser vecinos y compañeros de trabajo a la vez.

¿Y si no hace falta organizar el viaje con días de antelación, ni tienes el compromiso de quedar citados en cierto lugar a cierta hora?

Imagina una aplicación en el móvil que avisa al conductor durante el viaje, cada vez que está llegando donde hay un pasajero compatible, que ya está listo para que lo recoja al pasar.
Y al mismo tiempo, al pasajero (además de decirle por donde vienen hoy los conductores que ya le han llevado otras veces), le avisa cuando falta un minuto para que pase el más cercano.
Y en ese momento, les propone a ambos compartir el viaje.

¿Y si la app reparte automática y equitativamente el coste del viaje entre todos los que han ido juntos?

Cuantos más van juntos, más se ahorran todos.

Compartir coche en tus viajes habituales, es tan fácil como tocar un botón en una app de tu móvil.

Esta nueva aplicación…
¿Es un carpooling más ágil?
¿Es un nuevo “BlablaCar para compartir coche al trabajo”?
¿O una especie de autostop («ir a dedo» por la ciudad) con ayuda de una app?

Tiene un poco de cada uno. Por eso, la hemos llamado DedoCar

Anuncio publicitario

La guerra de los coches

El carsharing, frente al taxi, frente al coche privado y frente al ridesharing o carpooling.

¿De quién serán los coches del futuro?

Vivimos en una guerra donde está en juego la propiedad y el uso más o menos eficiente de los vehículos que utilizamos para movernos por la ciudad cada día.

Es una lucha de intereses cruzados entre unos usuarios necesitados de transporte, y las distintas empresas prestadoras de servicios (como el transporte público, o el alquiler de vehículos con o sin conductor), o las suministradoras de productos relacionados con la movilidad (como fabricantes de coches o vendedores de seguros o de combustibles).

A propósito de esta guerra, en estos días podemos ver en televisión un anuncio de coches, donde unos chavales se compran uno nuevo, pero lo dejan aparcado para irse al centro en autobús.

Se trata de un fabricante de coches que envía a sus clientes el mensaje: “cómprame un coche, aunque luego no lo puedas usar”.

Resulta chocante en un momento en que:

  • Los jóvenes cada vez se sacan más tarde el carné de conducir, y muchos prefieren que les regalen un buen móvil o un ordenador en vez de un coche. Porque los milenials ya saben que no hace falta poseer físicamente el coche (lo que acarrea unas complicaciones que no quieren), sino que tan solo necesitan tener acceso a una forma de moverse de un sitio a otro, de modo puntual, fácil y económico.

    Sin embargo, el anuncio parece tratar de revertir esta tendencia, mostrándonos dos jovencitos contentos de tener un coche nuevo.

  • Vivimos en plena época de “cochefobia”. Las autoridades urbanas, la prensa y los progres se ponen de acuerdo en culpar al coche de todos los males, y en decirnos que hay que restringir el tráfico rodado y el aparcamiento en el centro de la ciudad.

    Sin embargo, el anuncio parece tratar de disociar la propiedad y el uso del coche. Una cosa es tener un coche propio (que mola), y otra usarlo para ir a todas partes (que resulta problemático).

Y en eso le tenemos que dar la razón.

Si tú te das un capricho, te compras el coche que te gusta, y lo tienes guardado en el garaje, para sacarlo a dar un paseo por la sierra un día que te apetezca, no hay nada malo en ello. ¡Como si te puedes permitir coleccionarlos y tienes varios! No haces daño a nadie con ello.

Lo que nos crea problemas, no es tener un coche, sino que mucha gente tenga que mover el suyo cada día.

Ocurre que las ciudades crecen sin parar. Ya no se puede llegar al trabajo andando, sino que cada vez resulta más difícil tardar menos de una hora en transporte público. Cada vez somos más gente yendo en coche y resulta difícil aparcarlos todos en el centro, en los polígonos industriales o en los centros empresariales donde están los puestos de trabajo.

Además estamos sujetos a unos horarios por los que la mayoría tenemos que movernos a la vez, y en las horas punta nos pillan los atascos de tráfico, que nos hacen perder tiempo cada día (tres o cuatro veces más de lo normal), y que hacen que el coche consuma demasiado combustible y que contamine el aire más de la cuenta (un 80% más).

Para echar más leña al fuego, aparecen los oportunistas.

Nuevas empresas tecnológicas de Silicon Valley, que vienen respaldadas por multimillonarios fondos de inversión de capital riesgo, pretenden pescar en río revuelto, para ganancia de pescadores.

Aprovechan la coyuntura para lanzarnos su mensaje: “tener coche es malo, no tengas tu propio coche, sino utiliza uno de los míos”. Unos dicen: “alquilándomelo por horas”, y otros “déjate llevar por uno de mis chóferes, que (como no los tengo en nómina y puse la sede de la empresa en Delaware, donde apenas pago impuestos) te sale un poco menos caro, que ir en un taxi de los de toda la vida”.

Que no se engañen, ni pretendan engañarnos:

El carsharing no es la solución.

Puede que esto sirva para alguien que solo se tenga que mover esporádicamente; pero pagarles a ellos cada día está fuera del alcance de la mayoría de los trabajadores.

Pues, aun así, estas plataformas (que se autodenominan de “carsharing”, aunque son puro negocio y no tienen nada de economía colaborativa) se publicitan como que son muy “cool” porque “comparten coche”, y hasta vaticinan que en el futuro no habrá coches particulares, sino que solo habrá flotas de sus coches de alquiler y de sus taxis; e incluso que serán todos robotizados y se conducirán solos (es la esperanza que tienen, para ahorrarse pagar un sueldo al conductor).

Pero lo cierto es, que los ciudadanos seguimos sufriendo la carestía del transporte (que es la tercera mayor partida de los presupuestos familiares, después de la vivienda y la alimentación), y seguimos teniendo problemas de tráfico, de aparcamiento y de contaminación en las ciudades.

Con todo este lío, las opiniones están divididas:

¿De quién es la culpa? ¿Del coche o de quien lo conduce?

Si sabemos que ir en tu propio coche te sale cinco veces más caro que en transporte público, y que atascas y contaminas más la ciudad.

¿Por qué lo seguimos haciendo?

Porque para muchos, ir en transporte público (que es una solución más económica y sostenible) les supondría perder cada día más de una hora de ida y otra de vuelta.

Ante esta situación, cuando en coche tardas la mitad, muchos sentimos que “no nos queda más remedio que ir en coche”. Y es entonces cuando nos convertimos en esclavos de utilizar el coche cada día para ir a trabajar, o a estudiar.

Y lo peor es que utilizamos cada uno el suyo.

Pollution rides in the empty seat

En vez de buscar culpables, será mejor estudiar el caso en profundidad, para encontrar soluciones más sensatas y creativas (algo mejor que ir a lo fácil: prohibir el coche y multar al conductor; o hacer ciencia-ficción con coches que se conducen solos, o que vuelan).

Los datos de Madrid son aplastantes, y nos dan buenas pistas:

  • El 83% de los vehículos que circulan son coches particulares.
  • De cada cinco coches, cuatro llevan solo al conductor.

Conclusión:

Cada día se están desperdiciando en Madrid más de cuatro millones de asientos libres (esto son más plazas de transporte que personas viajan en metro y autobús juntos), y la mayoría de ellos van casi vacíos durante la hora punta, justo cuando más problemas de transporte hay.

Esto es muy poco eficiente. Y, cada vez que se derrocha, alguien acaba “pagando el pato”. Lamentablemente suele ser el más débil.

Aquí se aprecia una clara oportunidad de mejora.

No tiene sentido que, precisamente cuando faltan medios para transportar a la gente, sea cuando más plazas vacantes se desperdician en los coches.

Y además, cualquiera que se haya fijado (mirando a su alrededor mientras estaba atrapado en un atasco en las vías radiales o de circunvalación), ha visto que hay miles de personas yendo en la misma dirección, unos detrás de otros, pero cada uno en su propio coche.

La mejor solución es el ridesharing o carpooling.

¡Blanco y en botella!

¿Por qué no ir a trabajar varios juntos en cada coche? Al estilo de lo que hace BlablaCar en los viajes interurbanos.

Además de ahorrar compartiendo gastos, quitaríamos coches del tráfico y se aliviarían mucho los problemas en la ciudad (atascos, contaminación, aparcamiento), que acabamos sufriendo nosotros mismos.

Si atendemos a lo que interesa a la sociedad y a los ciudadanos, la clave para solucionar nuestros problemas no es compartir los coches (el “carsharing”), sino compartir los viajes (lo que en inglés se llama el “ridesharing” o “carpooling”).

Con las plataformas de carsharing, da lo mismo que un “taxi” primero te lleve a ti y luego a mí, o que ahora tú alquiles un coche y después lo alquile yo. Cada coche sigue llevando un solo viajero, y así no solucionamos gran cosa.

Las maravillas de “compartir coche” que nos quieren vender aquellas plataformas, no son tal solución, porque en realidad no quitan coches del tráfico.

De hecho, actualmente ocurre todo lo contrario:

Los fabricantes están encantados con las ventas para equipar estas nuevas flotas de más coches que se ponen en circulación (como Daimler con los Car2Go).

Sin embargo, nunca habrá suficientes taxis ni coches de alquiler para llevarnos a todos en hora punta.  Por una sencilla razón: porque si los hubiera, estarían ociosos el resto del día, y estas empresas no invierten ni se meten en negocios para perder dinero.

Lo sensato no es poner en circulación nuevos coches, sino utilizar bien los que ya tenemos.

En vez de poner en funcionamiento más taxis, o nuevas flotas de coches de alquiler ¡Aprovechemos en beneficio de los propios ciudadanos, la enorme cantidad de plazas libres que llevan nuestros coches particulares!

Para ganar en calidad de vida, aprovechando bien los viajes en coche, solo necesitas una app de smartphone que te señale a otras personas dispuestas a compartir gastos que siguen una ruta similar a la tuya.

Y con tu ayuda, lo vamos a lograr.

¡Apúntate a DedoCar, la comunidad de autoestopistas urbanos que utilizan una app de carpooling para ahorrar y evitar problemas!

La app de DedoCar te dirá en el acto con quien puedes compartir tu recorrido en coche, para ir a trabajar, a estudiar, de vuelta a casa, o cualquier otro trayecto por la cuidad.

Tú eliges lo que más te conviene.

Puedes ir como el pasajero que disfruta la comodidad y rapidez de un coche con chofer, a precio de autobús; o (si te gusta conducir tu propio coche) puedes ser el conductor que comparte sus asientos libres y recupera hasta ¾ partes de sus gastos.

Cuantas más personas vamos juntas en cada coche, más ahorramos y conseguimos mejor calidad de vida para todos.

Carsharing frente a ridesharing. Quién es quien en las plataformas de compartir coche de la economía colaborativa.

¿Sabemos qué problemas de los viajeros y de los ciudadanos resuelven realmente las diferentes compañías (como Uber o Blablacar), que ofrecen alternativas de transporte basadas en nuevas tecnologías y en la economía colaborativa? ¿Cuál es la diferencia entre compartir viaje «ridesharing» y compartir coche «carsharing»?

La tecnología conseguirá que millones de personas utilicen cada día los medios de transporte de forma más eficiente y sostenible, resolviendo problemas de tráfico y contaminación en las ciudades.

Algunos beneficios de la tecnología son obvios:
Ahora las puertas de los automóviles se pueden desbloquear por medios remotos, sin necesidad de llaves físicas; lo que facilita el alquiler de coches por horas, en lugar de días; y evita tener que devolver el coche en el mismo lugar donde se recogió.
Un navegador GPS nos puede guiar con seguridad a destinos no tan frecuentes, o ayudar a hacer nuestras rutas con mayor comodidad o ahorro de costes.
Puede que en el futuro los coches sin conductor pueblen nuestras calles (esperemos que lleven algunas personas dentro, para no hacer los atascos de tráfico todavía peores de lo que son ahora).

Pero una segunda derivada nos lleva a encontrar consecuencias más relevantes. Además de poder llamar un taxi desde una aplicación de smartphone; las redes de telefonía móvil y la popularización de los teléfonos inteligentes, con sus capacidades de redes sociales, también permiten que las personas se coordinen para lograr una movilidad más eficiente, compartiendo los viajes y los automóviles privados.
Hay miles de programadores que hacen aplicaciones para teléfonos móviles Android, con nuevas funcionalidades que son fáciles de instalar y utilizar por millones de personas. Esto, no sólo imprime un ritmo acelerado a la innovación, sino que también lleva a cierto grado de democratización de la tecnología, dando a la multitud parte del poder que anteriormente estaba reservado sólo a las empresas.

En esta nueva economía o consumo colaborativo, además de su papel tradicional como consumidores, las personas adquieren un nuevo rol de productores de bienes y servicios, creando un valor que ofrecen a la sociedad, como puede ser poner a disposición de otros los asientos libres que llevan infrautilizados en el coche, creando así nueva oferta con gran abundancia de plazas de transporte, la mayoría de las cuales estarán disponibles en hora punta, justo cuando más demanda hay y más se necesitan.

 

¿Quién es quien en los nuevos negocios relacionados con la movilidad?

En este contexto, están surgiendo nuevos negocios (como Uber, Lyft, Blablacar, Car2go, Didi Chuxing…) para explotar los nuevos modos de movilidad. Pero todavía hay mucha confusión sobre lo que hace en realidad cada una de esas empresas, los servicios que prestan y sobre los beneficios que traen para resolver los verdaderos problemas de los viajeros y los ciudadanos.

comparando-carsharing-vs-ridesharing

 

Es muy importante distinguir entre compartir los coches (“carsharing”) y compartir los viajes (“ridesharing”)

En primer lugar, si yo conduzco un determinado coche ahora, y luego lo conduce otra persona (por ejemplo, en un alquiler por horas), esto es compartir coche.
También es compartir coche usar un taxi y, en cuanto a eficiencia energética, hay poca diferencia entre pararlo en la calle, o si viene a recogerte mediante una llamada telefónica o una aplicación de teléfono inteligente.
Compartir coche en la ciudad, solamente ahorra un poco de espacio de estacionamiento, eso es todo. Si cada taxi sigue llevando un solo pasajero, no aumenta la oferta de plazas en hora punta.

Sin embargo si, en lugar de ir a trabajar cada uno en su propio coche, encontramos varias personas que tienen trayectos compatibles, y van juntos en un solo coche para ahorrar compartiendo gastos; esto es algo muy distinto; se trata de compartir los viajes.

 

Es mucho mejor compartir viaje que compartir coche.

El viaje compartido aprovecha mejor las plazas disponibles, y es varias veces más eficiente que el coche compartido, porque ahorra combustible, ahorra gastos de viaje (al dividir los costes de mover un solo coche entre varios viajeros), y retira coches de la circulación; por lo que evita los atascos de tráfico en hora punta (que causan la pérdida de 3 o 4 veces más tiempo de viaje y un 80% más de contaminación),  y también soluciona los problemas de aparcamiento y de contaminación del aire que respiramos en la ciudad.

Además, cuando el coche cuyo viaje se comparte no es uno nuevo, que se fabrica para pertenecer a una flota explotada por una empresa o una gran multinacional; sino que se trata del coche particular que ya tenía uno de los viajeros (sin inversión adicional ni ánimo de lucro, porque el conductor no cobra por ello, ni es un negocio de coches de alquiler) sale mucho más barato viajar y estamos ante la verdadera economía colaborativa del futuro, que utiliza los medios disponibles de forma  más eficiente y sostenible y aporta beneficios a quienes la utilizan y al resto de la sociedad.

 

En vez de concentrar la riqueza en unas pocas grandes empresas (como ha venido ocurriendo con el consumismo individual), la verdadera economía colaborativa (cuyo mejor ejemplo es compartir los viajes en coche, aprovechando esos asientos libres que ahora se desperdician) trae beneficios para todos, y principalmente para quienes comparten los medios de transporte ya disponibles, utilizándolos de forma más racional y adecuada para el medio ambiente.

Al llevar a algunos pasajeros en los asientos libres de tu coche, cuando vas de camino al trabajo o en cualquiera de tus desplazamientos por la ciudad (o, mejor aún, si vas como pasajero en el coche de otra persona) consigues la comodidad y rapidez de un taxi, pero a un precio más bajo, similar al de un medio de transporte público.

Haciendo esto, muchos ahorrarán tiempo de viaje y quitaremos coches de la circulación en cantidad suficiente para evitar los atascos de tráfico que sufrimos cada día, los problemas de aparcamiento y la contaminación.

 

Podemos adaptar el modelo de Blablacar, para movernos a diario por la ciudad compartiendo los viajes en coche.

En DedoCar estamos creando una aplicación de auto-stop para smartphone, que nos ayude a ahorrar y movernos por la ciudad de una forma más eficiente y sostenible, compartiendo los asientos libres en nuestros viajes en coche de cada día por la ciudad.

Vamos a mejorar el modelo ridesharing de Blablacar, para que también sirva para los desplazamientos diarios por la ciudad, haciendo un reparto automático y justo de los gastos de viaje entre todos los ocupantes del coche (el conductor no gana dinero, sino que recupera hasta el 75% de los gastos), y organizando el viaje sobre la marcha, sin el incordio de tener que publicar y negociar los viajes con días de antelación.
Puedes encontrar mas información sobre la app  que te señala compañeros para compartir viaje, en: www.dedocar.es

¿Cuántos coches hay que aprovechar bien, para acabar con los atascos de tráfico y la contaminación?

Tenemos un problema en la ciudad: Los atascos de tráfico provocan un 80% más de contaminación y tardamos tres o cuatro veces más en llegar. Esto ocurre porque colapsamos las vías de circulación con demasiados coches que llevan solo al conductor y varios asientos libres. Si compartimos algunos de estos asientos libres (llevando en ellos a personas que van en nuestra misma dirección) podemos librarnos fácilmente de estos problemas.

Actualmente utilizamos nuestros coches de forma poco eficiente. La inmensa mayoría de ellos llevan solo una persona (el conductor), y desperdician cuatro asientos vacíos. Podemos decir que, de cada cinco coches que circulan por Madrid, cuatro llevan solo al conductor, y el quinto lleva dos personas.

Así, hacemos circular muchos mas coches de los necesarios, despilfarramos un combustible cada vez más escaso y estamos contaminando en exceso el aire que respiramos. Realmente, no es la forma más inteligente de desplazarse, porque estamos tirando el dinero y creándonos a nosotros mismos problemas de salud, tráfico y aparcamiento.

 

Todo se complica por la evolución diaria del tráfico.

Los ciudadanos estamos sujetos a ciertos horarios y la demanda de plazas de transporte varía mucho a lo largo del día. Se dan dos picos de demanda muy marcados, a las horas punta de ir y volver a trabajar, como puede verse en la línea verde del gráfico.

Sin embargo, el número máximo de vehículos que admiten las calles y carreteras es constante (línea azul del gráfico) y algo parecido sucede con el número de plazas disponible en los medios de transporte colectivo.

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Al no poder dar solución a estos picos de la demanda, se producen las consabidas congestiones y embotellamientos de tráfico de las horas punta, cuando los medios de transporte disponibles parecen no ser suficientes.

Sin embargo, esto no es del todo verdad.
Si por Madrid circula cada día un millón de coches, esto significa que entre todos llevamos desaprovechados cuatro millones de valiosos asientos libres (son más plazas que personas viajan en metro y autobús). Y además, la mayoría de estos asientos están vacantes en las horas punta, justo cuando más se necesitan y cuando más problemas de transporte sufrimos.

¿Podríamos aprovechar nuestros asientos libres para tener menos problemas y vivir mejor?

 

Estudiemos en detalle por qué se producen los embotellamientos, y sus efectos perniciosos:

En el siguiente gráfico, la línea negra representa cómo evoluciona el número de vehículos que circula a lo largo del tiempo (el tráfico real). En la parte izquierda tenemos un tráfico creciente pero fluido, que es capaz de satisfacer la demanda, porque los coches pueden transitar sin problemas. Estos empiezan cuando se alcanza la capacidad máxima de la vía de circulación, en la hora punta. Es lo que viene ocurriendo en la M-30 sobre las 7 de la mañana.

Cuando el número de vehículos que entra a circular supera el nivel máximo que admite la vía, esta se satura. Se producen los primeros frenazos y, repentinamente, la capacidad de admitir vehículos se reduce drásticamente.

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A partir de ese momento, a pesar de que la demanda sigue aumentando, en realidad desciende el número de coches que circula. Pasamos a una situación de tráfico congestionado, en la que la línea negra del tráfico real se separa cada vez más de la curva de la demanda (la línea azul discontinua, que sigue creciendo); por lo que cada vez más parte de la demanda queda insatisfecha. Hay coches que tienen que esperar para poder entrar a circular por las vías principales, o que se tienen que buscar un camino alternativo, dando un rodeo.

Los efectos más notables y dañinos de los embotellamientos son:

  • Una gran disminución de la velocidad (P.ej. en la M-30 de Madrid la velocidad baja desde 90 hasta 20 o 30 Km/h), con lo que tardas 3 o 4 veces más en llegar.

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  • Cada coche atrapado en el atasco contamina un 80% más (Según un estudio de la Universidad de Dresde)
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Una vez que ya tenemos el tráfico congestionado, la situación parece irresoluble, puesto que hay demasiada diferencia entre el número de coches que quieren circular y los que de verdad lo consiguen.

 

La única solución está en anticiparse, retirando de la circulación el número de vehículos suficiente, para evitar que las vías de comunicación rodada se lleguen a saturar.

Para ello, podemos aprovechar los asientos libres de nuestros coches.

Imaginemos que logramos convencer a cierto número de personas para que se ofrezcan a llevar pasajeros en las plazas libres de sus coches, mientras ellos mismos van de camino a sus ocupaciones diarias. Entonces, cada uno de ellos retirará de la circulación varios vehículos (entre 1 y 4 según el número de pasajeros que lleve), puesto que quienes ahora van de pasajeros en esas plazas, ya no necesitan mover cada uno su propio coche.

Aprovechar eficientemente algunos coches que comparten sus plazas libres, causa dos beneficios en el tráfico:

  1. Podemos transportar a todas las personas que lo necesitan, en un menor número de vehículos (sin llegar a saturar la vía de circulación).
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  2. Comparado con la situación que teníamos cuando el tráfico estaba congestionado, aumenta la capacidad efectiva de las calles para transportar personas (según el área verde del siguiente gráfico)

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Este cambio de comportamiento (aprovechar los asientos libres en vez de ir cada uno en su propio coche) tiene dos efectos en la mejora de la contaminación:

  • En primer lugar, los coches de los pasajeros ya no contaminan nada, puesto que los han dejado aparcados.
  • Además, al retirar de la circulación estos coches, no se llegan a saturar las vías de circulación, e impedimos que se produzcan atascos de tráfico.
    Esto (además de evitar que tardemos 4 veces más), prácticamente duplica la eficacia de la lucha contra la contaminación; porque los coches circulan en un tráfico fluido, y ya no contaminarán ese 80% adicional que emitían cuando circulaban con el tráfico congestionado.

¿Cuantos coches hay que compartir para evitar el atasco?

Para mantener una vía descongestionada, solo hemos de retirar el exceso de coches que causa el atasco (el número de coches que hay entre el nivel de saturación y el pico de demanda.

Para conseguirlo, bastaría con compartir un número de coches relativamente bajo. El hecho de que cada coche compartido pueda ofrecer hasta cuatro plazas de pasajero, supone un efecto multiplicador que juega a nuestro favor.

En el peor caso (si cada coche compartido solo llevara un pasajero, y siguiera teniendo tres plazas libres), haría falta compartir tantos coches como el excedente de demanda sobre la capacidad de la vía.
Sin embargo, en el mejor caso (cuando cada coche completa todas sus plazas libres y lleva cuatro pasajeros) la situación es como muestra la gráfica siguiente, y basta con compartir un número de coches cuatro veces inferior.

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Aunque el resto de los vehículos sigan yendo como hasta ahora (solo con su conductor), tanto estos como los coches compartidos disfrutarán de un tráfico fluido, con las ventajas para todos de una gran reducción de la contaminación y de los tiempos de viaje.

 

 

Resumiendo:

Los atascos de tráfico en la ciudad, provocan un 80% más de contaminación y que tardemos tres o cuatro veces más en llegar. Podemos evitarlos fácilmente, con tan solo compartir los asientos libres de algunos de nuestros coches, llevando como pasajeros en ellos a otras personas que van en nuestra misma dirección.

DedoCar es una aplicación de smartphone que te encuentra un asiento libre en un coche que te puede llevar; o que, si decides compartir los asientos libres de tu coche, te localiza sobre la marcha a los pasajeros que puedes llevar mientras vas de camino a tu punto de destino.
Si quieres ahorrar tiempo y dinero, y solucionar los problemas de transporte en tu ciudad,  ¡Apúntate a la comunidad de viajeros comprometidos en www.dedocar.es!

Economía colaborativa y multa a Blablacar.

Una lamentable persecución de la economía colaborativa.

Respecto a la reciente multa de la Comunidad de Madrid a Blablacar, es verdaderamente lamentable que las autoridades persigan a las iniciativas de economía colaborativa, en vez de fomentarlas; como deberían hacer por el bien de sus ciudadanos.

Hemos estudiado a fondo el tema y debemos aclarar qué es y qué no es una verdadera economía colaborativa, y la ética que subyace bajo estas plataformas.

Aunque se presentaban como economía colaborativa, al final, UberPop resulta ser un negocio muy lucrativo que explota a gente que se ha quedado sin empleo, a la que dicen que se puede ganar la vida con su coche; pero que cuando hacen la cuenta de lo que se les deprecia el coche, y lo que gastan en combustible, cambio de ruedas y aceite, solo les queda el 18% de los beneficios para pagar su trabajo (que, además, no está reconocido como tal), mientras que Uber y los fondos de capital-riesgo que lo financian se quedan con el resto.

La reflexión es: “Si pueden hacer exactamente lo mismo que un taxi, a menor precio para el cliente, y encima tener un negocio lucrativo… están haciendo trampa por algún lado”.
Lo único bueno que tiene UberPop, es su capacidad para hacer disponibles nuevas plazas de transporte en momentos en que los medios tradicionales se ven desbordados pero, con el «price surge»… ¡a qué coste!

Uber explota a gente desempleada, mientras que Blablacar es colaborativo y eficiente

La filosofía de Blablacar si que es colaborativa: Aprovechar para llevar más gente en los asientos libres de alguien que tiene que viajar de todos modos y, en vez de tirar el dinero yendo solo, varios viajeros comparten los menores gastos de mover un solo coche.

Es muy eficiente en cuanto al uso de energía y recursos; pero tiene un punto débil:
Tal como está diseñado el funcionamiento de la plataforma, es el conductor quien pone el precio que quiere cobrar por cada asiento, y esto da opción a la picaresca:
Alguien (que no tiene que ir a Valencia para nada), podría hacer dos viajes al día, de ida y vuelta con una furgoneta llena de pasajeros, y ganar dinero con ello.

Mejorando el modelo, con un coste fijo por kilómetro a dividir entre todos (conductor incluido)

Estamos intentando mejorar este modelo para solucionar los problemas de contaminación y de transporte urbano (puedes ver cómo en la web DedoCar). Queremos aprovechar bien los millones de plazas que llevan vacías nuestros coches, cuando nos movemos por la cuidad en hora punta.
Y también queremos repartir equitativamente los beneficios de viajar juntos. Por eso, no será cada conductor el que ponga un precio, sino que vamos a establecer un coste fijo por kilómetro recorrido, y lo vamos a dividir entre todos los ocupantes del coche, incluyendo al conductor, que nunca podrá ganar dinero, sino tan solo recuperar una parte de los gastos que ha pagado por adelantado (puede que más del 75%, que no es poco).

Solucionando las trabas legales para poder arreglar problemas serios.

Así, conseguiremos que ningún estamento establecido, ni ninguna autoridad de mentalidad retrógrada, puedan esgrimir argumentos legales para atacar a una comunidad de usuarios que, mientras va de camino al trabajo o de vuelta a casa, se organiza para usar sus coches de manera más eficiente, quitando contaminación, atascos de tráfico y problemas de aparcamiento (cosas que nos vendrán bien a todos los habitantes de la ciudad, incluso a quienes no viajen, o lo hagan por otros medios).

Y quién sabe… si muchos dejamos de ir por tantas ciudades superpobladas cada uno en su propio coche, hasta puede que este cambio de comportamiento de los ciudadanos hacia una movilidad más sostenible, sirva para solucionar el cambio climático antes de que ya no tenga remedio. Ojala que lo consigamos pronto, porque estamos batiendo continuamente los records de CO2 en la atmósfera.

Cómo financiar las iniciativas sociales, para que ganen los ciudadanos

Finalmente, apreciamos que muchas buenas iniciativas sociales son perseguidas por los poderes establecidos y, las que se sufragan mediante rondas millonarias de financiación aportadas por fondos de capital riesgo, se acaban pervirtiendo y derivando hacia las grandes fortunas unos beneficios que deberían ser para la gente que se esfuerza en participar en las plataformas de consumo colaborativo.

Por eso (siempre que se pueda) es mejor financiar los desarrollos de las plataformas colaborativas con fondos públicos dotados por gobiernos progresistas o, en su defecto, mediante muchas pequeñas aportaciones de sus futuros usuarios, lo que se denomina crowdfunding.

Tal como dice Robin Chase: «Si los gobiernos no lo hacen… la gente lo hará».

La solución de María Jesús y sus vecinas para ir a trabajar.

Una historia real de cómo ahorrar tiempo y dinero, compartiendo coche en los desplazamientos al trabajo, gracias a la app DedoCar

Se pusieron de acuerdo para ahorrar tiempo y dinero.

 

Os contaré la historia de mi amiga María Jesús. Es una mujer luchadora e inteligente que vive en Fuenlabrada y trabaja en Madrid.

Chica esperando 2
Al principio pensaba (como creemos la mayoría) que sólo tenía dos maneras de ir a trabajar:

  • En transporte público;
    Tendría que hacer varios transbordos y perdería cada día más de una hora de ida y otra de vuelta;
  • O coger el coche familiar.
    Como su marido no lo usa, porque está en paro, María Jesús podría cogerlo para tardar menos; pero (como buen ama de casa que es) echó cuentas y vio que no podía permitírselo, porque ir en coche le costaría más de 200€ al mes (además de tener que alquilar una plaza de aparcamiento cerca del trabajo).

Cualquiera de estas alternativas tenía serios inconvenientes; así que María Jesús no utiliza ninguna de ellas.
¡Es una chica lista, y encontró otra salida!

Sí, amigos. Las mujeres son unos seres maravillosos, con una gran virtud: ¡Hablan y hablan a todas horas!
En serio. Hacen lo que nunca hacemos los hombres (por lo menos yo, que me da corte hasta preguntar el camino cuando me pierdo). Hablan entre ellas continuamente, se interesan por los problemas de las demás y se preguntan unas a otras ¿y tú cómo haces…?

María Jesús encontró la solución por casualidad:
Varias madres de compañeros de colegio, estaban charlando en un cumpleaños, cuando se dieron cuenta de que casi todas tenían unas necesidades de transporte similares: Muchas tenían que ir cada día a trabajar a  Madrid, y entre ellas había cinco amigas con horarios similares.

Vieron que les convenía a todas, y enseguida se pusieron de acuerdo para ir las cinco juntas, en el coche de una de ellas.
La que trabaja más lejos, sigue yendo en su coche pero, en vez de ir sola, ahora recoge a sus compañeras en el barrio y luego las va dejando por Madrid, mientras ella sigue de camino a su trabajo. Una de ellas se queda en el intercambiador de transportes de la Plaza Elíptica (para seguir hasta su trabajo en transporte público) y las otras se van bajando del coche cuando cada una va llegando cerca del suyo.

Al llevar un solo coche, el gasto de viaje es menor; y se lo dividen entre todas. Cada una de las pasajeras devuelve a  la conductora una parte de lo que cuesta mover el coche, y así les sale más barato que el abono transporte.

Las que antes iban en transporte público, ahora ahorran mucho tiempo; y las que iban cada una en su propio coche, ahora gastan mucho menos. Y todas viajan juntas cómodamente, mientras hacen lo que mas les gusta: charlar.

de compras 4

María Jesús y sus amigas encontraron la mejor solución, porque tuvieron la suerte de conocerse y de hablar sobre sus problemas.

Pero… ¿Cuántos casos similares existen todavía por resolver?

El caso de María Jesús y sus amigas, nos sirve de modelo para solucionar los problemas de millones de personas.

Gracias a nuevas aplicaciones en los móviles, pronto podremos ponernos en contacto con otras personas para solucionar nuestros problemas comunes del día a día.

Ir por la ciudad cada uno en su propio coche, significa provocar atascos de tráfico, quemar combustible, contaminar el aire, desperdiciar asientos libres y tirar dinero cada día.

Cuando tantos millones de personas tenemos que ir a trabajar a la vez, no tiene sentido que cada uno vaya en un coche, solamente porque no conoce a  los que van en su misma dirección. Fácilmente podríamos compartir nuestros viajes en coche con otras personas, para movernos por la ciudad de una forma más económica, más eficiente y más sostenible.

Creemos que te puede servir cualquier coche que vaya en tu misma dirección y que lleve una plaza libre. En realidad, ¿Necesitas ser amigo de alguien para compartir con él unos minutos en coche, durante la ida al trabajo o la vuelta a casa?

Por eso, estamos desarrollando una comunidad de viajeros que usen una app que localiza a personas con recorridos compatibles (como María Jesús y sus amigas) para que se puedan ayudar mutuamente.

La hemos llamado DedoCar. ¡Apúntate a compartir viajes en coche!

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